LCD Soundsystem en Argentina

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El 23 de febrero, la banda liderada por James Murphy estará presentando This Is Happening, otro nuevo monumento de rock bailable. En esta entrevista confirma lo que parecía tan solo un rumor: el final de la banda y su jubilación anticipada. / Por Pascal Bertin

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James Murphy es, antes que nada, un productor que se desempeña a través de su banda y de su sello DFA, y un DJ loco de Nueva York, seducido por el post punk y por cualquier tipo de new wave. Pero también es dueño de un físico impresionante, un inmenso osito de peluche que compensa su falta de experiencia en el micrófono con una presencia inigualable, para terminar imponiendo el carisma tosco de un boxeador de peso pesado. Así que verlo hablar en serio puede resultar un tanto inquietante. Ocurrió a principios de año. En plena gestación de This Is Happening, el productor, cantante y todoterreno neoyorkino había hecho público su deseo de disolver LCD Soundsystem después de este último disco y a sus cuarenta años. Sí, el muchacho anda recién por los cuarenta (los cumplió el 4 de febrero), y reiteró sus amenazas en un anuncio que terminamos considerando más serio que los de varios de sus cínicos colegas. Tanto en el New Musical Express como en The Guardian, confió haber empezado su carrera entrado en años, dijo que llegó a reírse de todo lo que significa ser una celebridad, e incluso afirmó ser consciente de las cumbres alcanzadas por su banda, cumbres que cree difíciles de sobrepasar. Así, lo que podría ser tomado por un capricho de actriz joven o de falsa modestia es, de hecho, una confesión lúcida sobre su corta carrera y su agotamiento. Se lo nota cansado, con ganas de romper ese círculo interminable de la promoción y de las giras que se cierra sobre su banda, aun cuando sabe que con este tercer álbum consiguió –confirmó, bah– ser la figura más emblemática de la corriente electro-rock del siglo XXI, pero también el campeón indiscutible de una eterna subdivisión en la que quedará para siempre establecido. Una rara paradoja para una figura respetada, admirada y jamás igualada, totalmente atípica en el paisaje musical actual, que juega la carta del que se ríe de sí mismo, hasta en el video del nuevo single Drunk Girls, en el que el director Spike Jonze inventa sucios pandas que sitian el plató de rodaje y maltratan violentamente a los músicos mientras ellos intentan grabar el clip.

Con su tercer bebé todavía en pañales, Murphy refiere que nada parece haber cambiado en sus pequeñas costumbres. “La banda soy principalmente yo, pero Nancy (Whang, teclados) y Pat (Mahoney, baterista) son antes que nada amigos. Con Pat pasamos nuestro tiempo hablando de música. Cuando trabajo en las canciones, viene a mi casa, tomamos un café, él escucha y hablamos sobre eso. Tiene mucho para decir, pero sin que estemos jamás en una relación de banda.” Para el sucesor de LCD Soundsystem (05) y de Sound of Silver (07), el neoyorkino por primera vez llevó a su tropa bajo el sol californiano, al estudio de Laurel Canyon, que rara vez había conocido del derroche electrónico. “Mi estudio es muy cómodo pero es mi oficina, mi lugar de trabajo. Por más que sea un técnico, también soy un artista, aunque naturalmente no me sienta muy creativo. Entonces necesito alejarme”, aclara. Pero la inspiración está siempre, sin importar el color del cielo: “Aprendí mucho trabajando solo. Pero sin embargo no me da una confianza indestructible; eso no tendría ningún sentido para mí”. Esta capacidad de realizar sus sueños musicales en total autonomía le permite rendir homenaje a los sombríos héroes de su vasta discoteca. Después de haber convocado a los fantasmas de The Fall, de Talking Heads o de la no wave tipo Liquid Liquid en sus álbumes anteriores, le ajusta las cuentas al glam rock como en la eficaz y simplísima Drunk Girls, que devela una vertiente power pop de LCD Soundsystem. Más lejos, en All I Want resuena en eco posmoderno, si eso fuera posible, del famoso Heroes de David Bowie. “Quiero realmente obtener ese sonido de guitarra desde que soy joven. Hacia los quince, todas las canciones que escribía intentaban dar con ese sonido que me obsesionaba”, explica.

La gran fuerza de la banda reside innegablemente en la capacidad de Murphy para expresarse de forma única y original, al mismo tiempo que honra a los músicos que le gustan, lo que le permite llegar tanto a los seniors que compartieron sus referencias como a las jóvenes generaciones, sensibles a su frescura. “Esconder una influencia me exige una energía que me impide hacer buena música. Entonces a veces, cuando me gusta un sonido, hago copy-paste y listo. El secreto es no copiar de forma tonta, sino lograr un resultado.” En Somebody’s Calling Me, Murphy se desplaza por los bajos fondos del nightclubbing como Iggy Pop al final de los años setenta: húmedo, lúgubre y sexy, al igual que su piano desbaratado de cabaret berlinés. Cautivado por las serpientes de esta era presintética, cuyos íconos son Bowie, Iggy o Roxy Music, James Murphy no abandona sin embargo a sus cercanos descendientes de la new wave cuyo impacto sigue omnipresente en This Is Happening, mezclado con un electro funk diabólico y con una locura tribal que se resume de maravillas en las canciones One Touch y You Wanted A Hit.

Hits es lo que Murphy ya no se anima a pretender. Abandonado el punk, fue tarde hacia el dance que detestaba hasta ese momento, después de haber confesado el consumo de su primer éxtasis a los treinta años. “Soy el menor de cuatro hermanos y ellos tienen diez años más que yo. Tenían esos discos de rock de personas nacidas en los años sesenta, aunque mi padre estaba obsesionado con las big bands de jazz. A los cinco tenía la costumbre de tirarme en el piso de la cocina para escuchar y sentir los sonidos, como el de la heladera. Durante horas podía escuchar esos ruidos que formaban notas. A los ocho quería una verdadera cadena hi-fi, no sólo un simple tocadiscos. Mis padres y mi hermano me compraron todos los elementos. Las primeras cosas que me pagué fueron discos, como Fame de Bowie. Por supuesto que quería ser un rock star, por las mismas razones estúpidas que los otros chicos.” La adolescencia dibuja las vías que lo marcarán del punk. “En mi pequeña ciudad del New Jersey, el mejor amigo de mi hermano era un gran fan del punk. A mi hermana le encantaban los Ramones. Para mí, Dog Food de Iggy Pop era un clásico. Luego descubrí la new wave de mi generación, The Knack, los Go-Go’s… Pero, antes que nada, me encantaban The Clash y The B-52’s.” El descubrimiento del post-punk inglés termina de modelar a este futuro Frankenstein del electro: “Escuché New Order antes que Joy Division. Me encantaba Siouxsie, estaba loco por los Smiths y por encima de cualquier fan de The Fall. Una noche, a los quince, miraba la tele y me encontré con Hail The New Puritan, un documental sobre el bailarín Michael Clark. La música estaba firmada por The Fall, de quienes no tenía más que un disco. Ese documental me dejó pasmado. Todo el espíritu del punk estaba ahí resumido. Cuando grabé Losing My Edge, la primera canción que canté, hice todo lo posible por sonar como su cantante Mark E. Smith. Es simplemente la influencia más importante en mi vida”. Este grupo de amigos de cuarenta años de música que hoy da nacimiento al mejor híbrido electro rock de su generación, no sería nada sin un duro golpe del destino: “Mi madre tuvo cáncer cuando yo tenía diez años y su tratamiento provocó una parálisis. Ocuparme de ella me agotó, pero me hizo crecer más rápido de lo previsto. Me vi obligado a ser mi propio padre. Cuando te ocupás de tu madre y ella muere, te cambia. Y a mí me cambió particularmente. Dejé de tenerle miedo de las cosas”. Apasionadamente lanzado a su carrera a los treinta años, Murphy se demuestra hoy seguro de su madurez. “Me frustró escuchar a gente del medio de la música decir que les gusta LCD Soundsystem pero que no podríamos obtener más éxito sin pasar por la radio, por nuestro rechazo a las pequeñas canciones pop de tres minutos. Me pareció muy condescendiente, no en relación a mí, sino en relación a los fans. Los toman por cretinos y no estoy de acuerdo. Creo justamente que lo que hace a esa música de hoy tan previsible no son los fans sino los que creen saber qué quieren los fans”, afirma. Así es como prefiere acercarse a los diez minutos en varias de las nueve canciones de This Is Happening, como un corte de manga al formateado de su época.

El porvenir dirá si las bolas disco de LCD Soundystem continuarán deslumbrando las pistas de baile, o si Murphy encarará una nueva vida de songwriter. ¿O por qué no las dos cosas? Si se cruzan por azar en la calle con una cresta en gel, no se fíen: el último punk es James Murphy.

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This Is Happening (EMI)

>> www.lcdsoundsystem.com

En vivo el 23 de febrero en Groove, Av. Santa Fé 4389, a las 22:00.

Entradas a la venta a través de Ticketek.

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Video: En vivo haciendo Time To Get Away