The National en Argentina

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“Después de un disco tan delicado como Boxer, era divertido regresar a ciertos aspectos más locos, emancipados y catárticos”, explica Matt Beminger, voz cantante de The National, con respecto a High Violet, el disco que la banda estará presentando los primeros días de abril en Buenos Aires. “Hicimos el disco durante un período muy feliz, pero soy consciente de que eso puede no ser tan obvio al escucharlo.” Lo que primero sorprende de estos neoyorkinos, inmediatamente después del tamaño gigantesco del cantante, es su capacidad de analizar con toda sinceridad y humildad su propia obra, justificando el más mínimo detalle en la escritura o la grabación de un tema. Y cuando Aaron Dessner, compositor junto a Berninger, cuenta que este quinto disco fue enteramente grabado en su garage transformado en estudio, es fácil imaginar el desafió enorme que debió derepresentar: “Por primera vez no teníamos ningún límite de tiempo. El resultado está basado en una multitud de texturas densas. Las canciones más orquestales, como England y Little Faith, llevan una discreta sección de bronces, pero en Conversation 16 no lo utilizamos porque iba demasiado por el lado épico. Es muy lindo tentar todas las experiencias que se puedan imaginar. Lo más complicado es saber cuándo hay que parar”. Mientas otras bandas caen en el error del abuso, The National sabe componer himnos frenéticos sin jamás caer en las facilidades del rock pomposo, o siquiera acercarse al estilo vulgar. El canto de Matt Berninger se adivina más melódico y menos grave, situado entre el canto quejoso de Stuart Staples de los Tindersticks y la dejadez de Morrissey. Unos coros entran en escena para hacerle compañía: “La mayor parte de los discos anteriores hablaban de un hombre solitario confrontado con sus propios dilemas. Pero ahora tengo una familia, una nena de un año. En High Violet el hombre tiene responsabilidades, un futuro por delante. No está más solo, sino rodeado por su familia y por la sociedad. Entonces hay varias voces que se acumulan para dar una perspectiva panorámica”. Es esta visión de enfoque de largo alcance que permite a The National deshacer sus bolas de nervios. Más que a la altura de sus colosales discos Boxer y Alligator, las majestades de Brooklyn se encuentran al tope de sus tormentos y de su arte. Se lanzaron sin vacilar en un torbellino y salieron ilesos, quizás hasta la próxima tormenta. / Noémie Lecoq

En vivo el domingo 3 de abril en La Trastienda.